Biomarcadores genéticos que predicen la dificultad para la pérdida de peso son descubiertos por la investigadora de la Universidad de Navarra Estíbaliz Goyenechea
DN. AGENCIAS. Pamplona. Martes, 3 de noviembre de 2009
La investigadora de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Navarra Estíbaliz Goyenechea ha descubierto nuevos biomarcadores genéticos y plasmáticos (genes y proteínas) que permiten predecir la dificultad para la pérdida de peso y su mantenimiento a largo plazo. El trabajo de Goyenechea estudia cómo la genética individual de los pacientes obesos puede favorecer o entorpecer la pérdida de peso cuando se sigue una dieta e incluso influir en su posterior mantenimiento, informa el centro docente en un comunicado.
Algunas personas con sobrepeso u obesidad tienen genes mutados o alterados que dificultan que pierdan peso e incluso, una vez perdido, hacen que lo recuperen más rápidamente en un periodo de entre seis meses y un año.
Este problema se produce en aquellos pacientes que tienen niveles más elevados de sustancias inflamatorias en sangre.
A su vez, esa predisposición genética, junto con la presencia de factores exógenos o ambientales, como los inadecuados hábitos dietéticos y el sedentarismo, predisponen a la obesidad y a las complicaciones que se derivan de ella, como la diabetes, la hipercolesterolemia, la hipertensión arterial y, por tanto, a un aumento del riesgo cardiovascular del paciente.
El estudio, realizado en el departamento de Ciencias de la Alimentación, Fisiología y Toxicología, ha aportado el conocimiento de nuevos biomarcadores genéticos y plasmáticos que permiten predecir la respuesta de las personas obesas a una dieta específica.
Obtener una batería de biomarcadores (genes y proteínas) capaces de predecir la respuesta a la pérdida y mantenimiento del peso de una persona permitiría conocer, con un simple análisis de sangre, cómo va a responder cada paciente a los distintos tipos de intervención nutricional.
En el estudio han participado 180 pacientes con sobrepeso u obesidad, que han seguido una dieta hipocalórica (baja en energía) durante ocho semanas, y que fueron nuevamente evaluados a los seis meses y al año del final de la intervención dietética.